viernes, 3 de junio de 2011

Pequeñas mentiras sin importancia

Comedia dramática del director francés Gillaume Canet

Lupo tiene un accidente de moto, está en cuidados intensivos, sus amigos tras visitarlo en el hospital y sentirse consternados por su estado, deciden que se irán de vacaciones  todos juntos como habían planeado a casa de Max un hostelero a quien le van bien los negocios pero que vive totalmente estresado.

 La película es como una fotografía de un verano en la vida de un grupo de amigos adultos. Muestra la relación que existe entre ellos: su desconcierto ante la vida, no valoran lo que tienen ya sea cosas materiales o personas a las que quieren pero que dejan escapar, su egoísmo, sus miedos a enfrentarse a sus propios sentimientos, las mentiras que hacen a los otros y así mismos para seguir huyendo, incluso su frivolidad ante la vida que les impide evolucionar. Todo ello en una mezcla de comedia y drama que se asemeja a la realidad.  Es una película larga, dura dos horas y media, pero en ningún momento aburre, más bien contribuye a crear esa atmósfera del tiempo en vacaciones  que pasa de forma pausada pero inexorable.

Ya se han hecho películas que reflejan la relación con los amigos. Esta también tiene algo de Los amigos de Peter, Cuatro Bodas y un Funeral o El declive del Imperio Americano. Todas ellas muestran la relación con los amigos en la edad adulta.

Personas que buscan ser felices pero no saben como o les da miedo aunque lo que desean lo tengan a su alcance. Muestra su vulnerabilidad, todos necesitan el respeto y la aceptación de las personas que quieren., pero su comportamiento a veces no lo deja traslucir. La cinta muestra el egoísmo, la culpa, la tristeza, la necesidad de amor y de aceptación. Mezcla la comedia con el drama con bastante acierto. La fotografía evoca días felices y también la banda sonora, aunque en algún momento, las canciones elegidas no son las más acertadas  ya que chocan con lo que el espectador está viendo y chirría un poco.

Destaca especialmente la actuación de todos los actores sin su contribución la película no hubiera reflejado esa realidad que pretende. Marión Cotillard está esplendida, al igual que  François Cluzet, que se hace simpático a pesar de su permanente estado de nervios, o Benoit Magimel.

Es una buena película, el espectador se puede sentir identificado con los personajes y acaba queriéndolos a todos.